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ENTRE LINEAS

El colgante

El colgante

 

A simple vista puede parecer un colgante vulgar. La simpleza de sus formas –dos círculos desiguales unidos en una tangente virtual- le dan el aspecto de un ocho grotesco. Su estructura culmina con dos antenas (o eso me pareció) que salen del círculo más pequeño y que hacen las veces de cuerdas de sujeción del colgante por detrás de la cabeza, justo en la nuca.

 

Es un adorno sin más pretensiones, sin alardes ornamentísticos y diría que quién lo lleva, no se ha planteado otra función para él que no sea rellenar un espacio en su vestimenta aunque, eso si, haya buscado cierta armonía entre quién es y el colgante.  Esa simbiosis es la que hace adquirir a la borla una importancia que no aprecié a simple vista.

 

El colgante como extensión de la personalidad de alguien, reflejo de quién es. Testigo mudo e inanimado de retazos de vida. Observador de una realidad incontestable. Amante que da y recibe caricias cuándo y dónde quiere  sin reproche alguno.  “Voyeur” de intimidades inconfesables. En él se balancean sueños, se atrapan ideas, se cuelgan  susurros. Por él se cuentan historias –a la vista está- transmutándolo en protagonista inesperado de quién escribe.

 

4 comentarios

Para kaleidoscopio, exhibicionista -

Me parece a mi que ese colgante que me quieres enseñar me va a gustar mucho... pero no tanto como tu ¿eh? :D

kaleidoscopio -

Que fijadito eres! Algún día te mostraré un colgante, uso muy pocos.. besitos

Para calma, echándole escalofríos a la vida -

Más que nada porque la mirada ya lleva su peso encima y escudriña a quién quiere ser escudriñad@...

calma -

Está claro que eres una persona que se fija en los detalles, que escudriñas a quien tienes enfrente, no debe ser fácil sostenerte la mirada sin sentir ese escalofrío...
Besos y que sigas lleno de sonrisas y detalles.